LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE 1820,1830 Y1848

La restauración del absolutismo y la idea de garantizar su mantenimiento en lo racional, mediante una organización internacional apoyada jurídicamente en la tesis de «la legitimidad» y el principio de intervención—sistema Metternich—, era inadecuada frente a los cambios económicos y sociales que se habían producido en Europa a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.

Apenas se dieron situaciones propicias, aparecieron movimientos revolucionarios inspirados en tendencias liberales o nacionalistas. Recordemos que después del Congreso de Viena, encontramos Estados multinacionales como el Imperio Austríaco (donde cohabitaban checos, eslovacos, polacos, eslovenos, croatas, húngaros e italianos) y el Imperio Turco (que dominaba a griegos, búlgaros, servios, albaneses y rumanos).

Las nacionalidades resultan fragmentadas en muchos Estados, como la alemana y la italiana, o son sometidas como Irlanda en el Reino Unido, Noruega en Suecia, Finlandia y parte de Polonia en Rusia.

No siempre participa toda la población en estos movimientos o estallidos revolucionarios. Muchas veces los movimientos se redujeron a minorías de intelectuales, gentes de las ciudades u oficiales del ejército. Los triunfos más importantes de los nacionalismos se ven realizados después de 1850 en Italia y Alemania.

Los movimientos de 1820-1821

Los primeros movimientos que desestabilizaron el sistema del Congreso de Viena se pronunciaron en España, en Portugal, en Grecia.

Estos movimientos revolucionarios generaron otros, en 1830, que tuvieron mayor trascendencia.

Luis Felipe, rey de los franceses

La lucha de los franceses fue contra el despotismo de Carlos X, borbón y soberano que apañaba a «la vieja aristocracia», olvidando y violando las alianzas con la burguesía y el liberalismo.

El movimiento comenzó con «el pueblo» en la calle y con la ayuda de la burguesía parisina que le suministra jefes decididos, para obtener el 27, 28 y 29 de julio («trois glorieuses»), un resonante triunfo sobre el monarca y su pequeño ejército real que abandona la capital erizada de barricadas y banderas tricolores. El movimiento fue heterogéneo: los liberales intentaban instalar una monarquía constitucional y los radicales deseaban la república.

¿Monarquía? ¿República? El ímpetu revolucionario fue frenado con habilidad antes que consiguiera Su objetivo. Luis Felipe de Orleans será rey de los franceses. Viene condecorado por el viejo La Fayette, representando los ideales del 89 y, por otro lado, tiene sangre aristócrata en sus venas. ¡Une todos los sentimientos de los hábiles! ¡Se invoca a Inglaterra de 1688, pero estamos en Francia de 1830! La carta de 1830 era la expresión de la voluntad general y de que el rey debía reconocer que lo recibía todo de la nación: corona, autoridad, razón de Estado y principios de gobierno. En esta carta encontramos muchos rasgos de orientación burguesa, por ejemplo la abolición de la nobleza, aumento de electores y elegibles para la cámara de diputados, que se arrogaba el derecho de iniciativa. Los liberales sostenían al «rey de las barricadas».

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