Comentarios y textos sobre la era napoleónica

«Por la noche llegan las adhesiones, algunos representantes del mundo financiero hacen llegar sus mejores deseos a los nuevos cónsules. Son los menos. Un grupo de industriales piden protección y dan todo su apoyo al consulado, también saludan al nuevo gobierno. Bonaparte les asegura protección y buenas perspectivas; ese día la industria francesa, y por muchos años, quedará vinculada al nacionalismo económico de Bonaparte. Tanto como a la guerra. El Bonapartismo es un hecho; como nueva forma política, Sie-yés trata de hacer de él un derecho. Redacta la nueva Constitución del año VIII, realmente inspirada por Bonaparte. El primer cónsul explica, Sieyés escucha y redacta. He aquí la figura; en la base de la Nación, en la cúspide el poder ejecutivo, personal se entiende, el primer cónsul nombrado por diez años. No le atrae todavía la imagen de perpetuarse en el poder aunque muchos comienzan a recelar; por el contrario Bonaparte espanta a los ilustrados que ya comienzan a proponerle extravagancias de todo tipo. Sí en cambio, conoce con exactitud, el rango que gracias a su espada ha logrado Francia en el concierto europeo y evoca a Luis XTV» (Carlos A. Fernández Pardo, «La era napoleónica»).

«Luis XTV fue un gran rey: él fue quien elevó a Francia al primer plano entre las naciones de Europa; él es el primero que ha tenido 400.000 hombres en pie de guerra y cien navios en el mar; ha alimentado el territorio de Francia con el Franco-Condado, el Rosellón, Flandes; puso a uno de sus hijos en el trono de España...» ...»¿Desde Carlomagno? ¿Qué rey de Francia se podría comparar con Luis XIV en todos sus aspectos?» Napoleón f Oeuvres de Napoleón, Sainte Hélene).

La nueva Constitución del año VIH se encargaba de legitimar el poder de Napoleón y su Estado Bonapartista.

«La voluntad viene de arriba, la confianza viene de abajo». ¿Idea imperial o idea estratégica?

En el primero de los casos, el primer cónsul deberá recurrir a la tradición: el antiguo Imperio de Carlomagno, la unidad europea continental, tan apreciada por los franceses.

En cuanto a la estrategia, precisa para su puesta en práctica la confianza que «viene desde abajo» (entre otras cosas no menores, el ejército, verdaderas multitudes en armas) y para ello necesita el consenso.

Cuando asume el cargo de primer cónsul vitalicio, obtiene 3.568.885 votos a favor ¡contra 8.374!

Recordemos que la Constitución del Año m había sido aprobada por 914.000 votos a favor ante 42.000 en contra. En 1800, en cambio, acudieron 3.011.107 electores que aprobaron la política del consulado.

Napoleón Bonaparte tiene la confianza de los franceses, solamente queda recorrer con la nación el camino de la idea imperial. «Pero el imperio francés no es más que el núcleo del Gran Imperio».

Fernández Pardo señala que: «En el pensamiento bonapartista convergen dos corrientes profundas de la historia de Francia que él llega a sintetizar. La teoría de las 'fronteras naturales' en el aspecto geopolítico y la nueva configuración popular que toma la sociedad tras la revolución de 1789. En cierto sentido el bonapartismo será tanto 'monarquía' como 'república', 'despotismo' como 'democracia', porque debe ser reflexionado, con toda seguridad como una forma política de nuevo tipo». ¿Dónde queda la soberanía del pueblo proclamada en 1790? ¿Qué pensaba Napoleón de la Revolución de 1789, como para no renunciar nunca a sentirse continuador?

«La Revolución Francesa no se produjo por el choque de dos familias que se disputan el trono: ella fue un movimiento general de la masa de la nación contra los privilegios. La nobleza francesa, como la del resto de Europa, data de la incursión de los bárbaros que parten el Imperio Romano. En Francia, los nobles representan los francos y los borgoñones; el resto de la nación, los galos. El reino feudal que se introduce establece el principio de que toda tierra tenía un señor. Todos los derechos políticos fueron ejercidos por los sacerdotes y los nobles; los campesinos fueron esclavos, parte atada a la gleba. La marcha de la civilización y de las luces independizó al pueblo. Este nuevo estado de cosas hizo prosperar la industria y el comercio. La mayor parte de las tierras, de las riquezas y de las luces eran en parte del pueblo en el siglo XVHI. Los nobles, sin embargo, formaban una clase privilegiada; ellos conservaban la alta y mediana justicia, tenían derechos feudales bajo un gran número de denominaciones y de formas diversas, gozaban del privilegio de no soportar ninguna de las cargas de la sociedad, de poseer exclusivamente los empleos más honoíables. Todos estos abusos excitaban los reclamos de los ciudadanos. La Revolución tenía por finalidad destruir todos estos privilegios; de terminar con la justicia señorial, la justicia era atributo inseparable de la autoridad soberana; de suprimir los derechos feudales como también la antigua esclavitud del pueblo; de someter a todos los ciudadanos a todas las propiedades, sin distinción a las cargas del Estado. En suma, ella proclamó la igualdad de derechos. Todos los ciudadanos podían acceder a los empleos, según sus talentos y golpes de fortuna...» (Oeuvres de Napoleón, SainteHélene).

Y sobre la fundación del Imperio, ha quedado un importante testimonio: «Yo no he creado el imperio en mi interés personal; la corona no suma nada a mi gloria. Yo he creado el imperio para salvar la Revolución en interés de Francia, en presencia de la actitud de Inglaterra ante la ruptura de la paz de Amiens, porque en el momento que Inglaterra echaba mano de la bandera de la contrarrevolución y prometía no bajarla hasta volver a París a los reyes de la antigua dinastía y reducir a Francia a sus antiguos límites, exigía bajo pena de muerte para el nuevo orden de cosas surgido de la revolución del 89, que yo diese a Francia uña forma de gobierno que, reuniendo todas las condiciones de unidad y estabilidad...» (Oeuvres de Napoleón, Sainte Hélene).

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