LIBERALISMO CONTRA RESTAURACION OLEADAS REVOLUCIONARIAS 1820/30/48 NACIONALISMO

Generalidades:

Como consecuencia directa de la restauración/se producían en Europa los movimientos que se conocen con el nombre de oleadas revolucionarias. Estos movimientos defienden'b buscan llevar adelante lo que son las ideas del liberalismo político, promueven las Constituciones e ideas del nacionalismo. Nacionalismos que no habían sido tenidos en cuenta por el Congreso de Viena. Por eso, en el siglo XIX, liberalismo y nacionalismo van en compañía. Las naciones que se habían visto sometidas a causa de la reorganización de las monarquías y el reacomodamiento territorial, quieren gobernarse y ser autónomas. Tenemos, por ejemplo, que Polonia había quedado sometida a Rusia así como Grecia a los turcos. Se habían formado Estados multinacionales donde los nacionalismos emergían con fuerza queriendo romper esa conformación de Estado y dividirlo. Otros Estados se encontraban divididos como son los casos de Italia y Alemania, y querían lograr cada uno su unificación. En todos los casos, unos queriendo agruparse y otros separarse, lo que buscaban eran Monarquías Constitucionales.

Al frente de los movimientos revolucionarios se encontraba la burguesía que, en ese momento, sentíase desplazada del poder y esto hacía que las reivindicaciones fueran más de carácter político que económico.

En el siglo XIX tienen mucha importancia los masones así como los carbonarios, partidarios ellos de las ideas liberales. No quiere decir esto que estas oleadas revolucionarias fueron directamente promovidas por la masonería. Las sociedades secretas existían ya que el régimen de la restauración impedía que no fueran secretas. Surge entonces una solidaridad entre los integrantes de los movimientos revolucionarios que no sólo piensan en la liberación de sus países sino en la del mundo entero. París, por ejemplo, era el centro donde se reunían una cantidad de sociedades de expulsados de otros países, a consecuencia de la restauración. Estas sociedades, entonces, se solidarizan y se ayudan unas a otras.

Son, básicamente, guerras de ideología las que se llevan adelante en este período, donde muchas veces se enfrentan los habitantes de un mismo país.

Se las define como oleadas revolucionarias porque comienzan en un país y se extienden rápidamente a otro. Movimientos de estas características se produjeron en Francia, España, Italia, Alemania, Polonia, Portugal y Grecia, donde lo que fundamentalmente se busca es imponer constituciones a los monarcas.

Puede considerarse triunfante, en este caso, el movimiento revolucionario en Francia que logra consolidar su Constitución. Grecia, por su parte, consigue independizarse de los turcos al ser apoyada por Rusia, cuyo zar era, por entonces, Nicolás í y no se sentía comprometido con los tratados de París como su predecesor, el zar Alejandro.

Esta revolución es la más importante porque es liberal y nacionalista y porque además se producen movimientos de apoyo en toda Europa a la independencia griega.

La política extranjera, de 1815 a 1830, se caracterizó por el mantenimiento de la unión de los vencedores de 1815, a los cuales surriábase Francia, que fue admitida en el Directorio europeo en 1818, en el Congreso de Aquisgrán.

Las grandes potencias dirigidas por Metternich, se ocuparon de reaccionar contra las ideas liberales.

Persecuciones a liberales alemanes, a «los carbonari» italianos y a los liberales españoles, provocó en 1823 una reacción dé Inglaterra, donde se aplicaba la libertad política. También era necesario para Inglaterra, por sus intereses económicos de practicar el librecambismo contrario al proteccionismo de los Estados continentales.

En tiempos del Directorio europeo, las revoluciones de Oriente tomaron importancia europea cuando los griegos, impulsados por la asociación secreta de Hetairia, sé sublevaron contra el sultán (1821). Al comienzo, el sultán redujo a los insurrectos, pero no funcionó en Europa occidental el no intervencionismo de Metternich. Los poetas como Byron y Víctor Hugo contribuyeron a un sentimiento filo helénico.

Los griegos fueron ayudados por el ministro inglés Canning y el nuevo zar de Rusia, Nicolás I, los cuales se pusieron de acuerdo con Francia para ofrecer al sultán una mediación pacífica (1827). El sultán no aceptó y la flota turco-egipcia fue derrotada en Na-varino.

Luego una guerra ruso-turca puso, nuevamente, en aprietos al sultán que reconoció la autonomía de Grecia en Andrinopolis (1829) y más tarde, en 1830, la independencia completa, confirmando seguidamente la autonomía de Moldavia y Valaquia (Rumania) y la de Servia.

La victoria de los libertarios griegos, a pesar de Metternich, puso de manifiesto el disloque de alianzas establecido en 1815.

Por otro lado, Bélgica consigue separarse de Holanda, a la que había quedado supeditada luego del tratado de Vierta, a pesar de las manifiestas diferencias de idioma, religión y nacionalidad entre belgas y holandeses. Los belgas se levantaron contra la tiranía del rey holandés, mientras Francia y el gobierno británico veían con simpatía dicho movimiento.

Este movimiento triunfa y en 1831 se firma en landres un do por el cual se reconocía la libertad del pueblo belga bajo la forma de una monarquía constitucional. En 1839 la independencia y la neutralidad de Bélgica fueron garantizadas por todas las potencias.

El movimiento más importante de los acontecidos en este período es el que se produce en 1848 en Polonia, Italia y Alemania. En todas partes, el esfuerzo liberal entraba en su fase de ruptura con la restauración. Las nacionalidades restauradas y desconocidas reclaman un encuadramiento político, la unidad y la independencia. La reivindicación se hace concreta, exigente. En 1847 las asociaciones republicanas, las sociedades secretas y los grupos obreros o anarquistas, forman coalición contra las fuerzas de la reacción.

La brutal extensión del movimiento y su súbita aparición, hacen que se le designe con el nombre de «primavera de la libertad». Las causas profundas de este movimiento son políticas, ideológicas y económicas. Europa lucha por un orden social mejor, contra las crisis cada vez más frecuentes, los altibajos del capitalismo aún no seguro de sus fuerzas y su organización, la servidumbre política y los regímenes de orden y autoridad. El movimiento será, de todos modos, reprimido pero más difícilmente. Como consecuencia de ello, Austria y Prusia van a enemistarse nuevamente a causa de Alemania. En Francia resurgirá la figura del príncipe-presidente Luis Napoleón, quien atrae a la oposición otorgando promesas y garantías, atrae a católicos y parece preocuparse en la suerte de los obreros. Utiliza ampliamente el plebiscito para salvar la apariencia democrática del régimen y reemprende una campaña de prestigio sublevando en todas partes las minorías nacionalistas en contra de los Estados rivales.

A partir del 48, Europa queda marcadamente dividida en tres grupos: una Europa occidental que el liberalismo y la industrialización impulsan hacia una forma particular de democracia; una Europa Central donde las fuerzas jóvenes que han tomado la dirección de la vida económica e intelectual luchan contra una reacción que defiende desesperadamente privilegios, castas y formas monárquicas; y una Europa oriental económica y políticamente atrasada. Estas tres Europas van a evolucionar separadamente, según sus particulares realidades.

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